La engreida de la gata Rosy.
Había una vez una diminuta gatita llamada Rosy, que desde temprana edad mostró su personalidad traviesa y mimada. Rescatada a los diez días de nacida, Rosy creció rodeada de cuidados y amor, pero también de muchos caprichos. Criada con biberón, pronto aprendió que el mundo giraba a su alrededor.
Pero detrás de su comportamiento travieso, Rosy era una compañera leal y cariñosa. Con el tiempo, aprendió que no todo podía ser a su manera y que también debía dar amor y recibirlo. Así, Rosy siguió creciendo, siendo la consentida de la casa y llenando cada rincón con su encanto felino.
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